La Regeneración
P. G. Mathew | Saturday, March 25, 1995Copyright © 1995, P. G. Mathew
Language [English] [Japanese]
Hoy quiero hablarles acerca de la regeneración. Anteriormente hablamos con respecto a la salvación como el acto de liberación de la ira de Dios, del pecado y la culpa, de Satanás, y de la muerte y el infierno. Pero no se trata solamente de la liberación de algo, sino también hacia algo; libertad para con Dios, para tener comunión con Él, para servirle, y para el disfrute de la vida eterna.
Cuando hablamos acerca de la salvación, las Escrituras nos dan varios pasos que caben dentro del proceso completo de la salvación. En muchas partes del Nuevo Testamento se nos da una lista parcial de dichos pasos. Una es Romanos 8:29-30, donde leemos, “Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.”
Ahora, en dicho texto se nos da ciertos pasos de la salvación: el conocimiento de antemano y la predestinación. El conocimiento de antemano (o previo) significa que Dios nos ama desde antes de la fundación del mundo, desde la eternidad. En este punto se revela la causa de nuestra salvación. Dicha causa es que Dios nos ama desde antes de la creación del mundo. Y la predestinación es el fin de nuestra salvación. Estos dos pasos tuvieron lugar en la mente de Dios en la eternidad (pasada).
Pero el paso que afecta al pecador en su vida, en cuanto a su tiempo y a su lugar, es el paso del llamado de Dios. El llamado se refiere a la predicación del evangelio por medio del cual Dios llama a pecadores a tener comunión con Él. Cuando estudiamos el llamado, descubrimos que hay dos aspectos acerca de la predicación del evangelio. El primer aspecto es el llamado externo (y general), el cual todos pueden escuchar. Sin embargo, aquéllos que no han sido conocidos y predestinados, aquéllos que no son los escogidos de Dios, aquéllos a quienes Dios no ha elegido, rechazarán el llamado del evangelio. Éstos rechazarán a Jesucristo y su majestad. Pero aquéllos que son escogidos por Dios, ciertamente escucharán el llamado externo con sus oídos, pero adicionalmente ellos escucharán un llamado interno, el llamado que hace el Espíritu Santo en lo íntimo del corazón del pecador. Como consecuencia de ese llamado interno y creativo, el que ha sido elegido por Dios, responde a dicho llamado, así como Lidia respondió al llamado del evangelio predicado por el apóstol Pablo, según se describe en Hechos 16.
Así que, primero hay un llamado (a través de escuchar el evangelio), pero hay además otros pasos que están entre dicho llamado y la justificación. Dichos pasos aparecen en otras partes de las escrituras. ¿Cuáles son esos pasos? El primero de ellos es la regeneración, luego viene el arrepentimiento y la fe, y por supuesto, la salvación y la glorificación. Así que si alguien quiere saber cuáles son los pasos para la salvación en Cristo, podemos decir que son el conocimiento previo, la predestinación, el llamado, la regeneración, la fe y el arrepentimiento, la santificación y la glorificación. Son siete pasos en total.
Ya dijimos que los primeros dos pasos ocurren en la mente de Dios en la eternidad. Dios nos ha escogido para ser salvos desde la eternidad. Pero el primer paso del proceso de salvación que un pecador experimenta en su propia vida es la regeneración, la cual ocurre en el contexto de la predicación del evangelio; es decir, con el llamado de Dios. Como dijimos, este llamado es externo e interno. El que no ha sido elegido, escucha el evangelio, pero lo rechaza al momento, tal como la semilla que cayó en el camino (Lucas 8:5-15). Las aves vinieron y se la llevaron. Eso demuestra cómo Satanás se lleva el evangelio completamente de la mente de aquél que no ha sido elegido por Dios. Éste no experimenta el llamado interno que hace el Espíritu Santo. Sin embargo, el que es elegido, no sólo escucha el llamado externo, sino que también escucha el llamado interno; de manera que es habilitado por el Espíritu Santo para responder al llamado de Dios para venir a Él y tener comunión con Él para siempre. Esto es lo que implica este llamado: como la invitación a un banquete, el llamado es asistir y disfrutar el gran banquete de la salvación, que es en Cristo Jesús.
Por lo tanto, el llamado de Dios es eficaz en la vida de sus elegidos. ¿Por qué es eficaz? Porque es según el propósito eterno y soberano de Dios, y los propósitos de Dios jamás son frustrados. Específicamente, aquello que habilita a una persona a responder al llamado del evangelio en arrepentimiento y fe en el Señor Jesucristo es la experiencia de la regeneración, o nuevo nacimiento. Ahora, debemos preguntarnos por qué es necesaria la regeneración o el nuevo nacimiento. Es necesaria porque el hombre, siendo pecador, no sólo es culpable ante Dios de manera objetiva, pero de manera subjetiva. También es depravado y corrupto en su ser. Él es enemigo de Dios, e incapaz (según nos enseña la Palabra) de recibir las cosas espirituales en su mente, voluntad y emociones. Un pecador no puede hacer nada para agradar a Dios. Un pecador está muerto en delitos y pecados. Así que es totalmente incapaz de responder a Dios por sí mismo. Siendo un pecador por naturaleza, él solamente puede pecar. Como un árbol malo, un pecador sólo puede dar malos frutos. El salmista David dice “Los malvados se pervierten desde que nacen; desde el vientre materno se desvían los mentirosos.” (Salmo 58:3). El mismo David dice en referencia a él mismo, “Yo sé que soy malo de nacimiento; pecador me concibió mi madre” (Salmo 51:5). Jeremías dice además, “Nada hay tan engañoso como el corazón. No tiene remedio. ¿Quién puede comprenderlo?” (Jeremías 17:9).
En otras palabras, la condición del ser humano es tan mala que no puede haber ninguna solución humana para cambiar dicha condición, porque nadie puede ni siquiera comprender la depravación del corazón del hombre. Sólo el Señor lo entiende, y por lo tanto, sólo Él es capaz de cambiar esa condición. Jeremías también dice, “¿Puede el etíope cambiar de piel, o el leopardo quitarse sus manchas? ¡Pues tampoco ustedes pueden hacer el bien,acostumbrados como están a hacer el mal!” (Jeremías 13:23). De esta manera, podemos concluir que el hombre no puede salvarse a sí mismo. Debido a esa incapacidad moral del hombre, es necesaria una radical y completa transformación en el alma del pecador por el Espíritu Santo de Dios. Es por virtud de este cambio que el pecador se convierte en hijo de Dios, un nuevo hombre, una nueva criatura.
Esta obra radical y fundamental de Dios se llama regeneración o nuevo nacimiento. Se puede comparar con lo que Jesús hizo por Lázaro, quien estaba muerto y sepultado. Ud. conoce la historia que se relata en Juan 11. A la orden creadora de Jesús, “¡Lázaro, levántate!” Lázaro respondió al llamado porque Jesús lo levantó de los muertos. De igual forma, al responder al llamado de Dios para venir y tener comunión con Él, y disfrutar de la vida eterna por siempre, nosotros que estamos muertos debemos ser resucitados a una vida espiritual por medio del milagro de la regeneración.
Veamos dos pasajes del evangelio según San Juan acerca de la regeneración. Juan 1:12-13 dice: “Mas a cuantos lo recibieron (a Jesucristo), a los que creen en su nombre…” Esta es la respuesta al llamado del evangelio. La pregunta es, ¿Cómo puede alguien responder? El recibir y creer son tareas del pecador, pero ¿cómo puede él/ella responder de esa forma? Veamos otra vez: “Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre (recibir significa creer), les dio el derecho de ser hijos de Dios.” Éstos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, ni por la voluntad del esposo, sino que nacen de Dios. Simplemente pudiéramos decir que este nacimiento no está basado en ninguna actividad humana.
Vayamos al capítulo 3, que es una entrevista entre Jesús y Nicodemo, un maestro de Israel, un miembro del Sanedrín Judío, un hombre muy instruido, quien reconoce que Jesús también es un maestro (de la Ley). Probablemente él vino a establecer una relación profesional con Jesús de maestro a maestro. Mire los primeros tres versículos de Juan 3: “Había entre los fariseos un dirigente de los judíos llamado Nicodemo. Éste fue de noche a visitar a Jesús. —Rabí —le dijo—, sabemos que eres un maestro que ha venido de parte de Dios, porque nadie podría hacer las señales que tú haces si Dios no estuviera con él. —De veras te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios —dijo Jesús. — ¿Cómo puede uno nacer de nuevo siendo ya viejo? — preguntó Nicodemo —. ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y volver a nacer? —Yo te aseguro que quien no nazca de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios —respondió Jesús—. Lo que nace del cuerpo es cuerpo; lo que nace del Espíritu es espíritu. No te sorprendas de que te haya dicho: “Tienen que nacer de nuevo.” El viento sopla por donde quiere, y lo oyes silbar, aunque ignoras de dónde viene y adónde va. Lo mismo pasa con todo el que nace del Espíritu.” En otras palabras, ¿cuál es la condición sine qua non (esa condición que es indispensable para ver y entrar en el reino de Dios) de la vida del reino? La regeneración. Esto es lo que Jesús está explicando en este pasaje, la regeneración por medio del Espíritu Santo de Dios.
Ahora, por lo tanto, quiero discutir con Uds. nueve aspectos de la regeneración basados en Juan 3:1-8.
- La regeneración es un cambio profundo en nuestra alma. Por eso es que decimos que es radical. Radi viene de la palabra raíz; radical significa que afecta la raíz misma de nuestro ser. Es un cambio radical, un cambio profundo. Es un cambio que sucede en la médula de nuestro ser. Es un cambio que ocurre en nuestro interior, mientras que exteriormente (físicamente) permanecemos igual.
La regeneración no se trata de cambios morales, que muchos pueden lograr por sí solos. Al contrario, consiste en convertir un árbol malo en uno bueno, de manera que pueda dar buenos frutos. Es como convertir un león en un cordero. Es convertir un extraño en un hijo. El mismo Jesucristo dijo que el efecto de la regeneración es éste: Antes de la regeneración el pecador puede ser descrito como carne, pero como resultado de la regeneración, dicho pecador es descrito como espíritu. Por eso es que se trata de un cambio profundo, una transformación radical. Es convertir un enemigo de Dios en un amigo de Dios. Tiene usted que pensar en estos términos para poder evaluar si ha experimentado esta regeneración.Veamos un par de escrituras. Tito 3:5 dice: “Él nos salvó, no por nuestras propias obras de justicia sino por su misericordia. Nos salvó mediante el lavamiento de la regeneración y de la renovación por el Espíritu Santo.” Y en Efesios 4: 24 leemos, “…y ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a la imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad.” Y como resultado de este profundo, interno, radical y fundamental cambio de la regeneración, Ud. está capacitado para reflejar la imagen de Dios nuevamente. Ya que todos hemos pecado y hemos sido destituidos de la gloria de Dios; ahora, como resultado de este trabajo inicial de Dios de la regeneración, nosotros podemos reflejar una vez más la naturaleza de Dios en justicia, santidad y verdad. - Debemos entender que la regeneración es un acto divino y por esa razón es eficaz (funciona). En otras palabras, no es el trabajo que otros (nuestros padres, nuestros amigos cristianos, nuestra sociedad o gobierno) logran influir y cambiar en nuestras vidas. No es algo que podamos alcanzar por nuestros propios medios. Ya hemos demostrado que eso es imposible. Así que es el trabajo del Dios Todopoderoso, el Creador y Sustentador de todo el universo. Al igual que un recién nacido no puede producir su propio nacimiento, tampoco un pecador puede lograr su propio nacimiento espiritual. Es un trabajo de Dios, específicamente, del Espíritu Santo de Dios.
- La regeneración es un acto directo y sin intermediación de parte de Dios. No existen intermediarios. Dios no ejecuta este cambio profundo de la regeneración a través de algún agente, ya sea un pastor o predicador. Es un trabajo directo de Dios en el alma del hombre, y no hay intermediación; es un acto exclusivo de Dios. “La regeneración,” según el fallecido Profesor de Princeton B. B. Warfield es “una obra directa e inmediata y sin intermediarios de Dios Espíritu Santo sobre el alma humana.” Ningún sacerdote, por medio del bautismo, puede hacer que una persona nazca de nuevo. Usted recordará la historia en Hechos 16 acerca de Lidia en Filipo. El apóstol Pablo predicó el evangelio, pero en Hechos 16:14-15 se nos dice que fue Dios quien abrió el corazón de Lidia para que respondiera al llamado del evangelio. Este fue el trabajo directo y sin intermediación por parte de Dios en el alma de la pecadora Lidia.
- Este acto de regeneración es un acto definitivo. En griego, el tiempo verbal utilizado en Juan 3 para describir la regeneración es el aoristo(tiempo verbal que combina el tiempo y el modo – algo que sucede una vez y para siempre) del verbo genao que significa procrear, producir, o causar algo. Dicho tiempo verbal nos indica que es un acto definitivo. Como resultado de este acto de Dios en el alma del hombre, el pecador deja de ser para siempre la abominable criatura que era antes. Es un ser diferente. De una vez y para siempre es diferente. Es una nueva persona, un nuevo hombre, una nueva criatura para siempre. ¡Es un milagro! Piense si esto le ha ocurrido a Ud.
- Este acto de regeneración es exclusivo y unipersonal. Solo una persona lo ejecuta. Esa persona no es Ud. porque ya demostramos que el hombre es pecador y que no puede salvarse asimismo. Está muerto. Es totalmente incapaz de responder al llamado de Dios. Tiene la mente depravada. Su corazón es, como aclara Jeremías en el capítulo 17: 9 “Nada hay tan engañoso como el corazón. No tiene remedio. ¿Quién puede comprenderlo?” El hombre ni siquiera conoce cuál es su problema; es incapaz de diagnosticar su problema espiritual. Por esta razón es que el hombre continuamente habla acerca de su grandeza. Su único interés es en su autoestima, y de alguna manera él piensa que puede salvarse asimismo, repitiéndose continuamente “yo soy bueno”.
Veamos algunas escrituras antes de discutir este punto con mayor profundidad. Vayamos a Mateo 12:33-35. Jesús dice, “Si tienen un buen árbol, su fruto es bueno; si tienen un mal árbol, su fruto es malo. Al árbol se le reconoce por su fruto. Camada de víboras, ¿cómo pueden ustedes que son malos decir algo bueno?” Esto no es autoestima precisamente. Ya citamos a Jeremías cuando dijo que sólo el Señor entiende la miserable condición del corazón del hombre. Aquí Jesús está diciendo, “Uds. camada de víboras, ¿cómo pueden Uds. siendo malos (sólo hay maldad en la naturaleza de un pecador) decir algo bueno? Porque de la abundancia del corazón habla la boca.” Cosas buenas emanan del interior de un hombre bueno, y cosas malas emanan del interior de un hombre malo. Fíjense entonces, que tan seria es esta condición.
Observe en Mateo 19, comenzando con el versículo 16. Ud. conoce la historia del joven rico a quien Jesús le dijo “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.” El verso 22 dice: “Cuando el joven oyó esto, se fue triste porque tenía muchas riquezas. —Les aseguro —comentó Jesús a sus discípulos— que es difícil para un rico entrar en el reino de los cielos. De hecho, le resulta más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios. Al oír esto, los discípulos quedaron desconcertados y decían: —En ese caso, ¿quién podrá salvarse? —Para los hombres es imposible —aclaró Jesús, mirándolos fijamente— mas para Dios todo es posible.” En la última parte de esta porción de la palabra observamos el concepto de exclusividad antes mencionado, donde sólo una parte actúa y esa parte no es Ud. Es Dios obrando, solo, sin intermediario, y de manera directa en el alma del hombre.
Como resultado, un creyente es aquel nacido de Dios, nacido del Espíritu. Sólo una persona actúa, y esa persona es Dios. Ud. tiene una parte pasiva en esta tarea, así como un paciente es pasivo al momento de una operación. Pero la persona regenerada, por supuesto, comienza a cooperar con Dios en su salvación. Pero ese es otro tema, la santificación, la cual significa una vida santa en este mundo. En la obra de regeneración, Dios actúa solo. Fíjese también, que Lázaro no hizo nada para ejecutar su resurrección. Fue la palabra creadora de Jesucristo lo que resucitó a Lázaro, esa misma palabra que trajo a la existencia a todo el universo, y la misma palabra que lo sostiene. Así que la regeneración tiene origen sólo en Dios, y sólo Él la lleva a cabo. - La regeneración es un acto soberano de Dios. En Juan 5:21 leemos, “Porque así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a quienes a él le place.” En Juan 3:8 leemos, “El viento sopla por donde quiere.” Santiago 1:18 dice, “Por su propia voluntad nos hizo nacer”. En otras palabras, la regeneración no la controlamos ni Ud. ni yo, está completamente de acuerdo con la voluntad de Dios. Sólo Dios determina a quién le da este nuevo nacimiento. Nadie puede imponérselo o exigírselo a Dios.
En el libro a los Romanos 9:15, el apóstol Pablo hace referencia a lo que Dios le dijo a Moisés: “Tendré clemencia de quien yo quiera tenerla,y seré compasivo con quien yo quiera serlo.” Por lo tanto, dice el apóstol Pablo, no depende del deseo o esfuerzo del hombre. La regeneración depende de la misericordia de Dios. Esto seguramente no les agradaría a aquellos a favor de la filosofía de la autoestima. - La regeneración opera de manera invisible. Nadie puede verla, como nadie puede ver el viento. Vayamos al Salmo 139:13-16. Con respecto al nacimiento natural, nos dice “¡Te alabo porque soy una creación admirable!¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien! Mis huesos no te fueron desconocidos cuando en lo más recóndito era yo formado, cuando en lo más profundo de la tierra era yo entretejido. Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación.” De la misma manera, nuestro nacimiento espiritual (la regeneración) es trabajo invisible de Dios.
- La regeneración no es sólo invisible, pero también un trabajo irresistible de Dios. Esto le sorprenderá si no cree en la corrupción y total contaminación de nuestro ser; o si cree que el hombre es de alguna manera idóneo y bueno. Es un trabajo irresistible de Dios. Si Dios está efectuando en usted su propósito eterno de salvarlo, Él le regenerará y usted no podrá resistirse a su determinación de salvarlo. Así como usted no puede resistir al viento, tampoco podrá resistir el propósito eterno de Dios de efectuar directa e inmediatamente este cambio profundo en su alma.
- La regeneración es una obra cuyos efectos son visibles a los ojos de todos. Tal como se pueden observar los efectos del viento al soplar – casas destruidas, árboles sacudidos, etc. – de igual manera se pueden observar los efectos de la regeneración en una persona. Aquí me refiero al segundo capítulo de la primera epístola de Juan, versículo 29. Una persona que ha nacido de Dios lleva a cabo actos de justicia. En otras palabras, esa persona obedece a Dios como resultado de la profunda transformación interna que ha experimentado. Veamos lo que dice la primera epístola de Juan, capítulo 3 versículo 9, y capítulo 5 versículo 18. Estos versículos dicen que la persona regenerada no peca, lo cual significa que no continúa en su pecado. Esta persona se caracteriza por su hábito de obediencia, no por su absoluta perfección. La inclinación de su vida es hacia Dios, a amar a Dios, como resultado de esta regeneración. Otro de los efectos de la regeneración lo menciona la primera epístola de San Juan, capítulo 4, versículo 7. La persona regenerada ama a sus hermanos y hermanas. Ama a los cristianos, a los miembros de la familia de Dios, y los ama profundamente. Y el último efecto lo encontramos en la misma epístola, capítulo 5, versículos 1 y 4. Una persona que verdaderamente ha nacido de Dios cree correctamente. Esta persona es correcta en cuanto a doctrinas. Cree en las doctrinas correctas tal como aparecen reveladas en las Sagradas Escrituras, y de esta manera puede superar al mundo. Además, esta persona disfruta la victoria sobre el pecado.Estos efectos que son visibles para los demás, ocurren como resultado de esta irresistible, invisible, divina, única en su origen, y profunda obra que Dios ejecuta sobre el alma humana. Yo le pido que piense en esto, y que se examine, para que determine si ha experimentado o no esta obra inicial de Dios en su alma. Amén.
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