Sal y Luz

Matthew 5:13-16
P. G. Mathew | Sunday, May 04, 1997
Copyright © 1997, P. G. Mathew
Language [English]

En los primeros doce versí­culos de Mateo 5, en el Sermón de Jesús en la Montaña, encontramos las Bienaventuranzas. Tales bendiciones: “Dichosos los pobres en espí­ritu”¦ dichosos los humildes”¦ dichosos los que tienen hambre y sed de justicia,” etc., son descriptivas del carácter que ha de ser propio de los cristianos. Ahora, los versí­culos del 13 en adelante, nos dicen cómo debemos funcionar en el mundo, como ha de comportarse la iglesia de Jesucristo. En esta sección, Mateo 5:13-16, Jesús les dice a sus discí­pulos: “Ustedes son la sal de la tierra” y “ustedes son la luz del mundo.” Hagamos un estudio, entonces, de lo que significa ser sal y ser luz.

El Mundo Corrupto

Hacia finales del siglo diecinueve existí­a un gran sentido de optimismo entre la gente del mundo civilizado. Este optimismo se alimentaba de las ideas evolucionarias. Las personas esperaban que en un futuro cercano las guerras iban a abolirse, las enfermedades a erradicarse, el sufrimiento a eliminarse, y la discriminación a acabarse. Contaban completamente con que en el siglo veinte llegarí­an a ser una sociedad global, capaz de amar, cuyos ciudadanos se iluminarí­an progresivamente en la medida en que su sabidurí­a iba incrementando. Sin embargo, a pesar del optimismo, el siglo veinte se ha convertido en el más sangriento de los siglos. La gente no ha mejorado ni en su naturaleza, ni en su comportamiento, a pesar de los enormes incrementos en conocimientos en casi todas las esferas.

Cuando Jesús les hablaba en Galilea a multitudes de gentes insignificantes y sin sabidurí­a, diciéndoles: “Ustedes son la sal de la tierra,” él les decí­a que el mundo estaba corrupto, y pudriéndose, del mismo modo en el que la carne se pudre. ¿No es ésto real aún hoy en dí­a? La gente de este mundo es perversa, está llena de pecados, y también está en contra de Dios. Las mayorí­as se jactan de sus propias infamias, y aún así­ muchos otros declaran con orgullo su homosexualidad y otros estilos de vida degenerados. El mal se ha convertido en bien, y el bien se ha convertido en mal.

Tal ha sido la situación humana desde su caí­da. ¿Por qué? Por el pecado que habita el corazón del hombre. En Jeremí­as 17:9, leemos: “Nada hay tan engañoso como el corazón. No tiene remedio”, y en Mateo 15:19 Jesús dijo -“Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, los falsos testimonios y las calumnias, etc. En Romanos 1:21, 24 y 26 leemos: “A pesar de haber conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios ni le dieron gracias”¦ Por eso Dios los entregó [en juicio] a los malos deseos de sus corazones, que conducen a la impureza sexual, de modo que degradaron sus cuerpos los unos con los otros”¦ Por tanto, Dios los entregó a pasiones vergonzosas”¦” Y en Romanos 28 leemos que Dios “los entregó a la depravación mental, para que hicieran lo que no debí­an hacer”.

Si continúa leyendo en Romanos 1, versí­culos 29 al 32, podrá apreciar el porqué Jesucristo evalúa este mundo como putrefacto y pudriéndose. Por lo tanto, cuando Jesús declara que los cristianos han de funcionar como la sal de la tierra, su declaración continúa teniendo validez. “Se han llenado de toda clase de maldad, perversidad, avaricia y depravación. Están repletos de envidia, homicidios, disensiones, engaño y malicia. Son chismosos, calumniadores, enemigos de Dios, insolentes, soberbios y arrogantes; se ingenian maldades; se rebelan contra sus padres; son insensatos, desleales, insensibles, despiadados. Saben bien que, según el justo decreto de Dios, quienes practican tales cosas merecen la muerte; sin embargo, no sólo siguen practicándolas sino que incluso aprueban a quienes las practican”.

SAL PARA EL MUNDO

En en versí­culo 13 leemos: “Ustedes son la sal de la tierra”, y el texto griego dice “ustedes y solamente ustedes son la sal de la tierra”. ¿Por qué les dijo Jesús estas cosas a un pequeño grupo de pobres, humildes, incultos discí­pulos galileos? Ô°l les estaba diciendo que aunque el mundo de los hombres estaba corrompiéndose, pudriéndose, ellos como cristianos habí­an de funcionar como sal en el mundo. ¿Por qué? Porque solo ellos eran diferentes en el mundo. Porque a pesar de haber estado muertos espiritualmente en un principio, habí­an sido liberados por el poder de Dios de su depravación y muerte espiritual. La diferencia era que habí­an sido hecho vivos por su relación con Cristo.

Esta verdad nos abarca a todos los cristianos. En Efesios 2:3-4 leemos: “En ese tiempo también todos nosotros viví­amos como ellos, impulsados por nuestros deseos pecaminosos, siguiendo nuestra propia voluntad y nuestros propósitos. Como los demás, éramos por naturaleza objeto de la ira de Dios. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados”. También, en la 2 Corintios 5:17 leemos: “Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!”

Todos los cristianos, son, entonces, la sal de la tierra. ¿Por qué? Por que se nos ha dado un nuevo nacimiento y una nueva naturaleza -la naturaleza divina- a través de estar unidos con Cristo. Por consiguiente, hemos de vivir para el beneficio de este mundo que es corrupto y en estado de putrefacción.

LA DISTINTIVIDAD DE LA SAL

En esta declaración succinta, Jesús además les estaba advirtiendo a sus discipulos el no cometer dos errores. Primeramente, les decí­a que los cristianos no han de abandonar el mundo e internarse en monasterios. ¿Por qué? La sal no le hace efecto a la carne a menos que se le unte a ésta. Sólo así­ es que cumple con su función antiséptica. Nosotros hemos de estar en el mundo para que el mundo se beneficie de nuestra diferencia del mismo mundo. Y, en segundo lugar, les decí­a que los cristianos tení­an también que evitar estar unidos con el mundo y acoger sus valores e ideologí­as. Estas advertencias son aplicables para nosotros hoy en dí­a. Yo he visto muchos evangélicos modernos que descubren el materialismo de un dí­a para el otro. En efecto, muchos pastores están predicando que ellos, en vez de vivir a la espera de un cielo de caminos “pavimentados de oro”, quieren riquezas, comodidades y sí­mbolos de lujo en esta vida. Ahora, cuando ellos dicen estas cosas, qué es lo que están declarando? Están negando la distintividad de la sal de la tierra.

Reciéntemente yo hice una visita a China y hablé con unos profesores universitarios en ese paí­s. Todos eran ateos, interesados en los valores de vida americanos, en el materialismo, y trabajando duramente para ser tal cual como los americanos. La iglesia de hoy esta haciendo lo mismo para parecerse al mundo en sus valores y sus modas. Esto es un error, sin embargo, ya que los valores mundanos son malignos. Nosotros debemos ser diferentes así­ como la sal se diferencia de la carne podrida. Tenemos que ser diferentes del mundo que se está pudriendo. Tenemos que estar en este mundo pero no pertenecerle almundo. ¿Por qué? Para que el mundo pueda recibir ayuda de nosotros. Nosotros tenemos que ser diferentes y tenemos que preciarnos de nuestra diferencia.

Las palabras de Jesús: “Solamente ustedes son la sal de la tierra” constituyen un gran elogio de los labios del Soberano Señor del universo. Esta afirmación le proporciona a cada cristiano una gran dignidad y autoestima. Por lo tanto, si usted está tratando de ser igual que el mundo en su forma de hablar, de vestirse, en sus valores, en sus modales, yo mucho lo lamento. Al tratar de ajustarse a las pautas de este mundo, usted está declarando que es oscuridad, que se está pudriendo, que no es cristiano.

EL PROPÔSITO DE LA SAL

Jesús no les dijo a sus discí­pulos: “Ustedes son el azúcar de la tierra”, sino: “Ustedes son la sal”. Examinemos, entonces, cuál es el propósito de la sal y cómo es que los cristianos han de funcionar como sal.

En primer lugar, la sal funciona como un preservativo. Es un antiséptico que desempeña la función negativa de preveer que carne que ya se está corrompiendo, pudriendo, se corrompa o pudra todaví­a más. En paí­ses tropicales donde no hay refrigeración, la gente le unta sal a la carne con el objeto de que no se pudra. De la misma manera, cuando los cristianos se ponen en contacto con la gente pecadora de este mundo, el mundo desacelera su progreso incalificable de putrefacción. Los cristianos, por lo tanto, benefician a la sociedad secular. Sin su presencia, el mundo se degenerarí­a a una mayor velocidad. Como antiséptico moral, los cristianos moderan la corrupción de la sociedad al oponer el decaimiento moral a través de sus vidas y sus conversaciones.

Ahora, debemos tener en cuenta que, tal como la sal, los cristianos pueden irritar heridas en un principio. Recuerde, los cristianos somos sal, no azúcar. Sin embargo, yo le digo a usted, agradezca la irritación que los cristianos le traigan. Agradezca la inicial irritación que crea la sal, porque la sal lo beneficiará enormemente.

En segundo lugar, la sal es necesaria para tener sabor. Sin cristianos ni el evangelio que proclaman y practican, este mundo serí­a mucho más insí­pido. En este mundo no existe un genuino, verdadero sabor. Tampoco existe un verdadero gozo. Solo la compañí­a de otros cristianos le da sabor y gusto a esta vida. Podemos comprobar esto al examinar las celebraciones mundanas. ¿Qué tal son estas fiestas? Aburridas, sin gusto, insí­pidas. Como cristianos, tenemos que desempeñar la función de proveerle sabor y gusto al mundo. El evangelio de Jesucristo es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree. El mundo no posee esperanza, y es solamente el cristiano, a través de su declaración y práctica, quien le indicará al mundo cómo poner su esperanza en Jesucristo. Tercero, la sal es blanca, sí­mbolo de pureza. Los cristianos han de vivir en el mundo vidas puras, diferentes. Como mencioné anteriormente, los cristianos han de preciarse en sus diferencias con el mundo. Son ciudadanos del cielo que habitan este mundo podrido, para su beneficio. Como tal, necesitan constantemente resistir la tentación de ajustarse al mundo y ser, en cambio, como el Señor Jesucristo. Deben oponer los ofensivos valores mundanos que contaminan y pudren, y proclamar y practicar estilos de vida bí­blicos. En Santiago 4:4 leemos: “Amistad [o conformidad] con el mundo es enemistad con Dios”. Como sal de la tierra, debemos ser santos, puros, y diferentes del mundo. En Romanos 12:2 San Pablo dice, -“No se amolden al mundo actual. Y en Santiago 1:27 leemos que “debemos conservarnos limpios de la corrupción del mundo”. En 1 Pedro 4:4 leemos que el mundo se extraña de “que ustedes ya no corran con ellos en ese mismo desbordamiento de inmoralidad”. La sal es pura. Cuarto, la sal también ha sido usada como fertilizante. Los cristianos han de funcionar de manera tal que promuevan el crecimiento de lo que es bueno para el mundo. Deben oponer lo que es maligno y promover lo que es beneficioso. En la gracia común de Dios, es mucho lo que es bueno, y los cristianos han de promover todo lo que sea útil para la humanidad. Por ejemplo, los cristianos deben involucrarse en las esferas polí­ticas para promover leyes y polí­ticas que sean favorables para las familias. A través de la historia, los cristianos han sido promotores de muchas causas que han estimulado el bien de la humanidad. Han reprimido el mal y han sido causa de que el bien haya crecido y florecido. En quinto lugar, la sal causa sed. De la misma manera, los cristianos deben causar que la gente sienta sed por Jesucristo y su evangelio. Si como cristianos vivimos a diario solo por la gloria de Dios, el mundo nos observará y deseará saber acerca de Jesucristo. Claro, yo no estoy diciendo que todas las personas del mundo harán esto, pero los elegidos de Dios sí­ lo harán. A través de nosotros Dios generará dentro de ellos una sed por el Dios vivo, y se nos acercarán y preguntarán -“¿Por qué eres diferente? ¿Cómo es que estás lleno de esperanza y paz y gozo, a pesar de tener problemas? Cuando te pregunten esto, entonces podrás hablarles de Jesucristo. Así­, pues, debemos preguntarnos: ¿Estamos funcionando como sal dentro de nuestra sociedad? Estamos causando sed por Jesucristo? En Juan 7:37, Jesús declaró en la fiesta: “-¡Si alguno tiene sed, que venga a mí­ y beba!”. La iglesia tiene como oficio el crear sed por Jesucristo en los corazones de los que no creen en Ô°l.

LO MUNDANO HACE QUE LA SAL NO SEA TAN SALADA

Jesús dijo que si la sal perdí­a su salinidad, se volverí­a inútil y sin valor. ¿Puede perder la gente su calidad de sal? Sí­. Al acoger los valores mundanos. Cuando nos ajustamos a los moldes putrefactos del mundo, al volvernos materialistas, sensuales, buscadores de placeres, perdemos nuestra calidad de sal. Nos convertimos igual al mundo: en estado de putrefacción, podridos, contaminados. Debemos darnos cuenta de que aunque estamos en el mundo, no le pertenecemos. Aunque estamos en el mundo, tenemos que enfocarnos en Jesucristo y en sus enseñanzas. Hemos de ser diferentes, por que si no, nos convertiremos en idiotas e ignorantes. Les seremos inútiles a Dios, inútiles para nuestras familias, inútiles para la sociedad, e inútiles hasta para el mundo. Pero llegará el dí­a cuando los que aún profesando a Cristo, por haber perdido su salinidad, serán rechazados por el Señor Jesucristo y echados afuera por Ô°l mismo. Mateo 8:11-12 nos dice: “Les digo que muchos vendrán del oriente y del occidente, y participarán en el banquete con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos. Pero a los súbditos del reino se les echará afuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y rechinar de dientes.” Y Pablo comenta con gran dolor, en 2 Timoteo 4:10, acerca de su compañero Demas: “pues Demas, por amor a este mundo, me ha abandonado y se ha ido a Tesalónica”. Sí­, un dí­a el Señor Jesucristo les dirá -“Apártense de mí­, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Ese dí­a se está acercando! LA LUZ DEL MUNDO EN LA OSCURIDAD Los cristianos, entonces, son la sal de la tierra y han de beneficiarla mientras vivan en ella. Jesús también les dijo a sus discí­pulos, -“Ustedes son la luz del mundo”. El texto en griego dice: “Ustedes y solamente ustedes son la luz del mundo”. ¿Qué es luz? En el decimoquinto y el decimosexto siglo se descubrieron numerosos manuscritos griegos. A este perí­odo se le llamó el Renacimiento. En el decimooctavo siglo la gente se jactaba de revelaciones personales, por medio de las cuales deshechaban tradiciones, por ejemplo Dios y su autoridad. Así­ pudieron darle el trono a la razón, a la caí­da razón humana. ¿Qué nombre se le dió a este perí­odo de racionalismo? El Siglo de las Luces. ¿Y es que fue ésta, en realidad, una época de iluminación? No. Fue una época de oscuridad. Aquí­ vemos a Jesús en la montaña, hablándoles a un puñado de pobres, humildes, malolientes pescadores. ¿Qué les dice? -“Ustedes, y solamente ustedes son la sal de la tierra. ¡Qué gran cumplido les dio! ¡Qué gran dignidad la que Dios les otorgó. Y esto también es cierto de usted, si usted es cristiano. Si usted confí­a en que Jesucristo es su único Salvador, usted también es la única sal de la tierra y la luz del mundo. ¿Quién es la luz del mundo? Jesús no estaba diciendo que la luz se encontraba en Aristóteles, Platón, emperadores, figuras polí­ticas, filósofos, plutócratas, tecnócratas, artistas, o cientí­ficos. No. Los pobres, humildes galileos que pusieron su confianza en Jesucristo y confesaron que Ô°l era el Cristo, el Hijo del Dios viviente, y así­ todos los cristianos a través de la historia, son solamente la luz del mundo. ¿Y qué tal todos los libros escritos por todas las personas sabias del mundo? Déjenme decirles, constituyen oscuridad. Sus autores constituyen oscuridad igual que el mundo constituye oscuridad. Tal es lo que implica la declaración: “Ustedes y solamente ustedes son la luz del mundo”. En Proverbios 4:19 leemos: “El camino de los malvados es como la más densa oscuridad”. La sabidurí­a mundana podrá estar formulada en refinados terminos filosóficos, pero, ¿en qué consiste en realidad? En profunda oscuridad.

DIOS DA LUZ

En Efesios 5:8-9, Pablo dice -“Porque ustedes antes eran oscuridad, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de luz”. Esos humildes, pobres, despreciados galileos habí­an sido una vez oscuridad, pero una vez que vieron la gran luz, a Jesús, fueron capacitados en el Señor para ser la luz del mundo. En la 2a de Corintios 4:4-6, Pablo nos dice -“El dios de este mundo ha cegado la mente de estos incrédulos, para que no vean la luz del glorioso evangelio de Cristo, el cual es la imagen de Dios . . . Porque Dios, que ordenó que la luz resplandeciera en las tinieblas, hizo brillar su luz en nuestro corazón para que conociéramos la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Cristo. Nosotros éramos, fuimos oscuridad, anteriormente, pero ahora somos luz en el Señor. ¿Cómo hemos de vivir? Como hijos de la luz. Jesús dijo que Ô°l era la luz del mundo y luego les dijo a sus discí­pulos que ellos eran la luz del mundo. En otras palabras, el mundo es oscuridad profunda. Este mundo de profesores, politicos, cientí­ficos, tecnócratas, plutócratas, estrellas cinematográficas, y gurús religiosos. Sin embargo, Dios plantó su iglesia como Su luz en este mundo de profunda osuridad. ¿Comprende, entonces, la incongruencia del cristiano que quiere parecerse al mundo? ¡Es una completa estupidez! ¿Debemos decir mentiras porque todo el mundo dice mentiras? ¡Claro que no! Como comentaba antes, así­ como los cristianos no hemos de retirarnos del mundo para vivir en monasterios, tampoco hemos de imitar el mundo en sus modas y su oscuridad. (PGM) Hemos de estar en el mundo y funcionar como su luz al proclamar y practicar el evangelio de Jesucristo. Debemos darnos cuenta de que aunque el mundo es pecador y oscuro, Dios lo ama y envió a su único Hijo para redimirlo.

Jesús dijo en Juan 3:19-21 “Ô°sta es la causa de la condenación: que la luz vino al mundo, pero la humanidad prefirió las tinieblas a la luz, porque sus hechos eran perversos. Pues todo el que hace lo malo aborrece la luz, y no se acerca a ella por temor a que sus obras queden al descubierto. En cambio, el que practica la verdad se acerca a la luz, para que se vea claramente que ha hecho sus obras en obediencia a Dios”.

Así­ es que Dios ama al mundo, y envió a su Hijo a ser su luz. Ô°l se ha propuesto a salvar a su gente de sus pecados, y los salvará. Dios los salva a través de la iglesia a medida en que los cristanos proclaman y demuestran el evangelio en todos los aspectos de la vida. Bien sea en la oficina o en el mercado, o en las esferas polí­ticas, en el núcleo familiar o en la escuela, mientras nosotros estamos ocupados demostrando nuestra cristiandad, Dios salva a algunos de la oscuridad tal como un dí­a nos salvo a nosotros mismos.

LA LUZ TIENE QUE SER DIFERENTE

¿Para qué son colocados los cristianos en el mundo? Para beneficiarlo. Pero lo beneficiamos solamente cuando vivimos como luz. Si la gente del mundo fornica y nosotros fornicamos, ¿cuál es la diferencia? Si ellos mienten y nosotros mentimos, ¿cuál es la diferencia? Si ellos no trabajan como deben hacerlo y nosotros no trabajamos como debemos, ¿cuál es la diferencia? Cuando se quejan y dicen chismes de sus jefes, y nosotros nos quejamos y chismeamos de nuestros jefes, ¿cuál es la diferencia? Cuando ellos no aman a sus esposos o esposas, y nosotros no amamos a los nuestros, ¿cuál es la diferencia? Cuando ellos son perezosos y nosotros también lo somos, ¿cuál es la diferencia? No podemos beneficiar al mundo cuando somos igual al mundo. Los cristianos han de reflejar hacia el mundo la luz de Jesús. ¿Y qué es esta luz? Es la luz de la salvación, la luz de la vida eterna, la luz del conocimiento de Dios, la luz del gozo de la salvación, la luz de la esperanza, y la luz que brilla en la oscuridad. Es la luz que abre los ojos de los ciegos y que los hace ver la luz de la Gloria de Dios en el rostro de Jesucristo. Nuestra mission es ser luz para el mundo. Cuando el Señor Jesucristo comisionó al apóstol Pablo, le dijo -Te libraré de tu propio pueblo y de los gentiles. Te enví­o a éstos para que les abras los ojos y se conviertan de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás a Dios (Hechos 26:17-18). Y Pedro nos dice en la 1a Pedro 2:9 : “Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable”. BRILLAR NO ES OPCIONAL Así­ como la sal se conoce por su salinidad, la luz se conoce por su brillantez, y esta brillantez no es opcional. Si somos cristianos, entonces nuestro oficio es el brillar. Nuestro único oficio en este mundo. En 2 Corintios 2:14-16, Pablo habla de su vida como apóstol: “Gracias a Dios que en Cristo siempre nos lleva triunfantes y, por medio de nosotros, esparce por todas partes la fragancia de su conocimiento”. Fí­jese que Pablo dice “por medio de nosotros”, lo cual quiere decir por medio de la iglesia y no por medio de ángeles. Es por medio de cristianos, por medio de los apóstoles, por medio de aquellos quienes Jesús llamó la sal de la tierra y la luz del mundo, que el conocimiento de Dios viene al mundo. “Porque para Dios nosotros somos el aroma de Cristo entre los que se salvan y entre los que se pierden. Para éstos somos olor de muerte que los lleva a la muerte; para aquéllos, olor de vida que los lleva a la vida”. Ha observado usted esta verdad en su propia vida? Muchos no alcanzarán a conocer la verdad porque sus actos son malvados, pero otros llegarán a ver la luz por medio de nosotros. Pablo concluye: “¿Y quién es competente para semejante tarea?” Por medio de nosotros se esparce por todas partes la fragancia de Su conocimiento.

¿Qué es vida eterna? Dijo Jesús “-que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado (Juan 17:3)”. Por medio de nosotros el evangelio se esparce como una fragancia a través del mundo. Para algunos significa muerte, pero, alabado sea Dios, para otros es la vida. ¡Dios nos la ha concedido a nosotros!

LA FUNCIÔN DE LA LUZ

¿Cómo es que funcionamos como luz? Primeramente, al exponer la realidad del mal. El camino de los perversos es oscuridad profunda, y ellos se tropiezan, pero no saben por qué. Están confundidos y no comprenden la realidad. En Efesios 5:13 leemos: “Pero todo lo que la luz pone al descubierto se hace visible”.

Jesús como luz del mundo expuso la putrefacción del mundo. La Biblia como la luz también expone lo pecaminoso de este mundo. La Biblia dice: “Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero” (Salmos 119:105). Lo que la gente valora y aprecia es expuesto como maligno por la luz del evangelio. Esto es una realidad. Es Jesús quien declaró que el mundo está en tinieblas y que el hombre es, básicamente, no bueno sino malo. Así­ que el mal del mundo queda expuesto a la luz del evangelio de Jesucristo. Los contemporáneous de Jesucristo no estaban contentos con semejante exposición. Trataron de acabar con la luz al crucificar a Jesucristo. Sin embargo, a pesar de que lo mataron, no lograron extinguir la luz. ¿Por qué? Por que Jesús le dio vida a una iglesia, y esta iglesia es la luz del mundo. Jesús ama al mundo que lo crucificó, y salvará a su gente por medio de la luz de su iglesia. Sí­, él declarará culpable al mundo de pecado, y demandará que los pecadores se arrepientan. Y déjenme asegurarles, así­ como la luz mostrará el mal, igual serán expuestos Dios y su Cristo, el Salvador del mundo. LA LUZ ILUMINA Esta luz no solamente expone la realidad del mal, sino que también nos da conocimiento de Dios. La Luz del mundo abre los ojos de los ciegos. Ô°l, quien ordenó que la luz resplandeciera en las tinieblas cuando creó los cielos y la tierra, ordena ahora en su nueva obra creadora, y dice: “que se haga luz en lo profundo de nuestros corazones”. Y he allí­ la luz. Los ojos de la gente se abren y de un momento a otro los ciegos ven. ¿Y qué es lo que ven? La luz del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo. LA LUZ ENSEÔ˜A LA SALIDA No solamente todo esto, sino que además esta luz les enseña a los iluminados la salida, la puerta hacia afuera de la oscuridad. Hay una manera de salirse de las tinieblas, de la muerte, del infierno, de la desesperación. ¿Cómo es esto? Tiene uno que arrepentirse y poner su fe en el Señor Jesucristo, quien es verdaderamente Dios y verdaderamente hombre. En 2a Corintios 5:21, leemos: “Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios”. Jesucristo tomó nuestro pecado y nuestra culpabilidad y se las puso sobre sí­ mismo, y murió en la cruz en nuestro lugar. Ô°l fue sepultado, pero al tercer dí­a fue resucitado de acuerdo a las Escrituras. Tenemos que arrepentirnos y creer en el Señor Jesucristo, el que se puso nuestro pecado sobre sí­ mismo y pagó la pena por nuestra culpa, aquél quien nos ofrece su justicia perfecta como manera de escape. Podemos observar un ejemplo de esto en Hechos 16. Cuando el carcelero gritó, lleno de pánico -¿qué tengo que hacer para ser salvo? ¿Cuál fue la respuesta? Pablo le respondió: “-Cree en el Señor Jesús; así­ tú y tu familia serán salvos”. Mi amigo, es el evangelio el que le expone esta realidad. Es el evangelio el que le ilumina los ojos y le enseña la salida. Y le aseguro, si se arrepiente y cree en el Señor Jesucristo en este momento, será salvo.

Muchos han sido los que han sido trasladados desde las tinieblas hasta la luz de Dios que es de salvación verdadera, maravillosa, de esperanza. Estas personas han sido transportadas de la oscuridad a donde pueden tener comunión con Dios, quien habita en luz inaccessible. Ô°l es quien ha proveí­do esta ví­a, esta salida hacia afuera de la oscuridad. Una nueva y viviente ví­a, en la persona de Jesucristo quien declaró, “-Yo soy el camino, la verdad y la vida”. REALIDAD A LA LUZ DEL EVANGELIO Aún más, esta luz nos explica la realidad. La gente adquiere entendimiento de lo que es la realidad a través de la luz del evangelio. Cuando la filosofí­a, la psicologí­a, la sociologí­a, el gobierno, la religion, y la ciencia fallan, el evangelio explica todas las realidades. Por el evangelio comprendemos quién es Dios, quién es el hombre, qué es el mundo, el futuro, y qué son el cielo y el infierno. Bajo la luz del evangelio entendemos, finalmente, el significado de las cosas. El evangelio nos dice cómo vivir y cómo no vivir. Nos informa lo que es bueno y lo que es malo. Nos enseña cómo tomar la decisiones correctas. Nos dice cuándo seguir y cuándo parar. Funciona como la luz verde, la luz amarilla, y la luz roja. Jesús declaró que nosotros hemos de ser la luz en este mundo. Como tal, tenemos que proclamar y practicar el evangelio. ¿No les dijo Jesús a sus discí­pulos que fueran a todas las naciones (Mateo 28:18-20)? ¿Por qué dijo él eso? Todo el mundo ha de ser traí­do a esa luz. Hemos de ir a todas las naciones y proclamar el evangelio, la luz de la verdad, la luz de la vida, la luz de la salvación, la luz de propósito, la luz de significado, la luz de esperanza, la luz de gozo. El mundo no puede obtenerla de ninguna otra manera. De manera que nosostros, y solamente nosotros, somos la luz del mundo. Por medio de nostros el mundo ha de llegar a conocer a Jesucristo. Es esto lo que Mateo 5:16 dice: “Hagan brillar su luz delante de todos”. Esto es un imperativo aoristo, lo cual significa un mandato. Es un mandato del Señor Soberano del universo.

CÔMO BRILLAR

¿Cómo dejamos que nuestra luz brille ante un mundo que no tiene fe? Al vivir una vida evangélica. Esto significa una vida separada, santa, bí­blica. Esto significa que rechazamos el ser mundanos. Esto significa que vivimos una vida llena del Espí­ritu Santo. ¿Recuerda usted las diez jóvenes solteras insensatas acerca de quienes leemos en Mateo 25? Tení­an lámparas que no llegaron a brillar en lo profundo de la oscuridad. ¿Por qué? Por que no tení­an aceite. Nostros tenemos que estar llenos del aceite del Espí­ritu de Dios. ¿Por qué? Por que hemos recibido el mandato de dejar brillar nuestra luz frente al mundo. Hemos sido puestos en este mundo para el beneficio de los pecadores, y ellos se beneficiarán solamente si nosotros brillamos. Por lo tanto, asegurémos cada dí­a que las mechas de nuestras velas están listas para ser encendidas y dar luz. Esto lo lograremos al poner en práctica las Bienaventuranzas. Es por eso que tenemos las Bienaventuranzas frente a nosotros: Dichosos los pobres en espí­ritu, dichosos los que lloran, dichosos los compasivos, dichosos los que tienen hambre y sed de justicia. Nuestra experiencia de pobreza, de luto, etc., debe ser continua. Debemos mirar a la Luz, es decir, al Señor Jesús, contí­nuamente, para poder reflejar su luz dí­a a dí­a. ¿Por qué? Porque nosotros no tenemos luz propia. Nosotros somos luces en el Señor. El Salmo 34:5, dice: “Radiantes están los que a él acuden”. Y 2 Corintios 3:18 nos da la clave para brillar: “Así­, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espí­ritu.” La gente en el mundo está muy pendiente de los actores y actrices que acaban de “salir del armario”. Ese es es modelo que siguen. Pero nuestro modelo es el Señor Jesucristo, el Señor de la Gloria. Y a medida que miramos hacia Ô°l y lo reflejamos, nos vamos transformando en la semejanza de su gloria. Ô°l nos está transformando de gloria en gloria.

Pablo comenta de lo que significa brillar en Filipenses 2:14-16: “Háganlo todo sin quejas ni contiendas, para que sean intachables y puros, hijos de Dios sin culpa en medio de una generación torcida y depravada (aquí­ él se refiere a la oscuridad del mundo)”. El evangelio, la palabra de vida, es la luz. En la medida en que la vivimos, la proclamamos, y en que somos trasformados por ella, brillaremos como estrellas en el universo. En pocas palabras, brillaremos al vivir una vida llena del Espí­ritu Santo.

EL PROPÔSITO DE VIVIR COMO SAL Y LUZ

¿Cuál es el propósito de vivir como sal y como luz? Lo primero, dice Jesús, es para que el mundo vea nuestras buenas obras. Aquéllos que no tienen fe y que trabajan a nuestro alrededor, nuestros compañeros de escuela, los que viven en nuetros vecindarios, estas personas nos observarán y se darán cuentan de nuestras buenas obras. En Efesios 2:10 Pablo dice: “Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica”. El brillar consiste en hacer buenas obras en la medida en que Dios nos capacita para hacerlas. Es hacer justicia, lo completamente opuesto a lo que hace el mundo, en otras palabras. Entonces, el primer propósito es que el mundo observe algo que es diferente. ¿Cuál es el segundo y final propósito? ¿Para que el mundo nos glorifique? No, Jesús dijo para que el mundo alabe al Padre que está en el cielo. En Mateo 6: 1, 5 y 16 leemos acerca de los Fariseos, quienes hací­an todo para ser vistos por los demás. ¿Qué tení­an por meta? El ser glorificados por el hombre. Ahora, aquí­ la meta es que como hombres glorifiquemos a nuestro Padre que está en el cielo. Cuando vivamos por y para la Gloria de Dios, siempre viviremos con fervor de que sea solo Dios quien reciba la gloria. Cuando recibamos cumplidos, diremos entonces: “Gloria al Señor! Yo soy nada, pero Dios me capacitó para llevar a cabo este objetivo. Sólo a Ô°l le doy la Gloria!” Cuando hablemos así­, la gente se nos unirá y glorificará a Dios. Tales personas puede que no se arrepientan en ese momento, pero, la verdad es que muchos de ellos serán salvos. Si esto ocurre, entonces ellos de verdad alabarán a Dios, nuestro Padre celestial. Este es el propósito de ser la sal de la tierra y la luz del mundo. APLICACIÔN PRíCTICA Como conclusión, examinemos cómo podemos poder en práctica estas enseñanzas en nuestras vidas. Primero, preguntémonos, ¿somos sal y luz, o carne muerta y oscuridad? Asuntos serios son estos, así­ que si luego de examinarnos nos damos cuenda de que somos oscuridad, supliquémosle al Señor Jesucristo para que nos salve. Entonces Ô°l nos transformará en sal y en luz. En segundo lugar, si somos sal y luz, seremos diferentes y nos enorgulleceremos en nuestras diferencias. Tercero, debemos vivir en el mundo pero no pertenecerle. Tampoco debemos de tratar de salirnos del mundo. ¿Por qué? La luz es para la oscuridad que existe en el mundo, y la sal es para la carne que se está descomponiendo. Cuarto, debemos poner lo mejor de nuestras partes, ser lo mejor que podamos ser, por medio del poder de Dios, en las esferas de nuestros trabajos, familias, escuelas, arenas polí­ticas, y todos los otros aspectos de nuestras vidas. Debemos ser lo mejor que podamos por Jesucristo, para ser cordiales y agradables y llamar la atención hacia nuestro Padre que está en el cielo. En quinto lugar, debemos practicar la Bienaventuranzas a diario, siendo pobres en espí­ritu, llorando por el pecado, etc. Sexto, debemos estar llenos del Espí­ritu Santo a diario. No podemos brillar sin estar ungidos con el Espí­ritu del Dios viviente. Séptimo, debemos cuidar las mechas de nuestras velas a diario, y tenerlas listas para usarlas. Esto significa que tenemos que examinarnos a nosotros mismos a la luz de la verdad bí­blica. ¿Cuál sera el resultado de nosotros poner estos puntos en acción? Que nos volveremos útiles a Dios y al mundo, y no seremos echados afuera para ser pisoteados por los hombres. Como cristianos tenemos siempre que tener en cuenta que solamente nosotros somos la sal de la tierra y la luz del mundo. Porque representamos a Jesucristo frente al mundo, somos su esperanza. Que Dios nos ayude entonces, desde hoy, a ser diferentes del mundo, para que éste se beneficie de nuestras diferencias, para que así­ llegue a glorificar a Dios Padre y a Nuestro Señor Jesucristo. Amén.